Lo verde no es necesariamente «eco»
Diciembre 2024
En la semana de la moda de París de 2023 la conocida marca LOEWE lanzó una colección de prendas que integraban tejidos con hierbas silvestres (moda viva). Esta colección fue catalogada por muchos medios de comunicación como “sostenible” o “ecofriendly”. Fue entonces cuando me surgió la siguiente pregunta ¿habrá algo menos sostenible que unos vaqueros que necesitan ser regados para perdurar en el tiempo? Creo que hemos llegado a un punto en el que confundimos el color verde con lo que es realmente “ecofriendly”. Este no es un hecho aislado en el mundo de la moda, tristemente, este pensamiento de que incluir un parche verde en cualquier proyecto lo convierte en sostenible se ha extendido a lo largo de nuestra sociedad y no es más que un virus que poco a poco va contaminando todas las áreas profesionales.
Antes de continuar con esta reflexión debemos entender qué hace que un proyecto sea sostenible y, en realidad, los conceptos son más sencillos de lo que parece. Podríamos definir un proyecto sostenible, groso modo, como aquel que se materializa mediante procesos de producción en los que los residuos generados son mínimos y se ejecutan a base de energías renovables, empleando materiales y componentes que no dañan el medio ambiente (materiales de kilómetro cero, elementos reutilizados o ingredientes fabricados a base de productos reciclados) y, por último, proyectos que perduran en el tiempo y que el costo energético necesario para su mantenimiento es mínimo.
De modo que si volvemos al ejemplo inicial: los vaqueros de césped. Deberíamos preguntarnos: ¿cuántas de estas premisas cumplen estas prendas? Puede que los materiales empleados en la confección de estas prendas sean “ecofriendly”, incluso es posible que en los procesos de creación de los abrigos o pantalones se hayan incluido energías renovables, pero ¿qué sucede con los recursos que precisan estas prendas para perdurar a lo largo del tiempo? Insisto, ser de color verde no es sinónimo de ser sostenible.
El verdadero problema es, como comentaba al principio, que este error de concepto se ha infiltrado en muchos ámbitos profesionales incluido el mundo de la arquitectura. A diario se difunden proyectos bajo el lema “edificio sostenible” y resulta que no es más que un edificio tradicional que incluye una ínfima zona verde en un resquicio de la planta baja. O lo que es peor aún, edificios que giran en torno a un gran espacio vegetal plagado de especies exóticas que no son autóctonas y que, por ende, precisan de una cantidad ingente de recursos para su mantenimiento. Esto no quiere decir que los árboles deben excluirse de los proyectos sostenibles, lo que quiero decir es que hay que tener en cuenta qué vegetación incluimos en los proyectos dependiendo del lugar en el que se ubique la intervención, el clima y las prestaciones del proyecto. Configurar un proyecto con un impacto ambiental bajo no se reduce plantear una maravillosa zona vegetal en la que surjan espacios estéticos en los que usuarios puedan hacerse fotos. Es fundamental entender que la sostenibilidad no es una estrategia comercial para vender promociones de viviendas en masa sino el único (último) camino para construir proyectos de calidad que garanticen el futuro de la arquitectura (planeta).
- Texto: Ana Romero Cortés
- Ilustraciones: Alejandro Zújar Chaves
<<< post anterior
siguiente post >>>